
La más antigua de todas las sociedades y la única natural es la de la familia. Pero los hijos no dependen del padre más que durante el tiempo que lo necesitan para subsistir. En cuanto cesa esta necesidad, el vínculo natural se disuelve. Una vez exentos los hijos de la obediencia que deben al padre y exento el padre de los cuidados que debe a los hijos, unos y otros vuelven a la independencia. Si continúan unidos , ya no es naturalmente, sinovoluntariamente, y la familia misma no se mantiene sino por convención.
Esta libertad común es una consecuencia de la naturaleza del hombre. Su primera ley es velar por su propia conservación, sus primeros cuidados son los que se debe a sí mismo, y como, al llegar a la edad de la razón, ya es él el único juez de los medios adecuados para su conservación, se convierte así en dueño de sí mismo.
La familia es, pues, si se quiere, el primer modelo de las sociedades políticas: el jefe es la imagen del padre; el pueblo, la imagen de los hijos, y habiendo nacido todos iguales y libres, sólo por su utilidad enajenan su libertad. La única diferencia está en que, en la familia, el amor del padre a sus hijos es el precio de los cuidados que les dedica, mientras que, en el Estado, el placer de mandar sustituye a ese amor que el jefe no siente por sus pueblos.
Grocio niega que todo poder humano esté establecido en favor de los gobernados. Cita como ejemplo la esclavitud. Su manera más constante de razonar es la de establecer siempre el derecho por el hecho. Se podría emplear un método más consecuente, pero no más favorable a los tiranos.
Es, pues, dudoso, según Grocio, si el género humano pertenece a un centenar de hombres, o si ese centenar de hombres pertenece al género humano, y en todo su libro parece inclinarse a la primera opinión; ésta es también la opinión de Hobbes. He aquí, pues, la especie humana dividida en rebaños de ganado, cada uno con su jefe, que lo guarda para devorarlo.
Así como un pastor es de naturaleza superior a la de su rebaño, los pastores de hombres, que son sus jefes, son también de naturaleza superior a la de sus pueblos. Así razonaba, refiriéndose a Filón, el emperador Calígula; concluyendo bastante bien de esta analogía que los reyes eran dioses, o que los pueblos eran animales.
El razonamiento de Calígula reaparece en el de Hobbes y Grocio. Antes que todos ellos, Aristóteles había dicho también que los hombres no son naturalmente iguales, sino que unos nacen para la esclavitud y otros para la dominación. Aristóteles tenía razón, pero tomaba el efecto por la causa. Todo hombre nacido en esclavitud nace para la esclavitud, nada más cierto. Los esclavos lo pierden todo en sus cadenas, hasta el deseo de liberarse de ellas: amaban su embrutecimiento. Es decir, si hay esclavos por naturaleza, es porque ha habido esclavos contra Naturaleza. La fuerza ha hecho los primeros esclavos, la cobardía de los mismos los ha perpetuado.
Nada he dicho del rey Adán, ni del emperador Noé, padre de tres grandes monarcas que se repartieron el universo, como hicieron los hijos de Saturno, aquienes se ha creído reconocer en aquéllos. Espero que se me agradezca esta moderación, pues, descendiente directo de uno de esos príncipes, y acaso de la rama primogénita, ¿quién sabe si, comprobando los títulos, no resultaría yo el legítimo rey de género humano? Como quiera que sea, no se puede negar que Adán haya sido soberano del mundo como Robinsón de su isla, mientras fue el único habitante, y lo cómodo de este imperio era que el monarca, seguro en su trono, no tenía que temer rebeliones ni guerras ni conspiradores.
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